San Nicolás de María-Sede de Gobierno de La Santa y Nueva Argentina, 6 de enero de 2013
Desde el lunes 31 de diciembre pasado una locura festiva ha recorrido el globo terráqueo y ahora, pasados los efectos del sentimentalismo violador, de las nostalgias y de los estimulantes engullidos en reuniones en su gran mayoría banales, cabe preguntarnos… ¿Qué festejamos? La costumbre y las hipocresías “obligan” a expresar nuestra esperanza deseándonos mutuamente felicidades, pero de inmediato comprobamos y nos convencemos en nuestro interior, que todo sigue igual, y que lo aparentemente nuevo, es más de lo mismo. Muchos festejan prudentemente haber co-existido-vivido un año más, otros no menos prudentes, celebran que les falte menos para abandonar este infierno y cumplir su anhelo eterno de volver a su Patria-El Paraíso, y un pequeño rebaño de locos por el Amor, nos alegramos todo el año en la Esperanza de poder vivir aquí y ahora, el Reino de los Cielos en la tierra, un Reino de Justicia, de Verdad y de Amor.
Por ejemplo, el pasado 3 de enero hasta los anti-medios de información señalan los muy fríos diez días de horror a -30º de temperatura que vive el pueblo ruso con saqueos, violencia y una borrachera desenfrenada, etc., etc.; en medio de un detenimiento general de toda actividad. Bastaría concebir y ver a la humanidad como un solo cuerpo _como es en realidad_ para darse cuenta que algo no anda bien en el alma-decisión de todos los pueblos cuyos movimientos al error son catastróficos. Descreídas, en su soledad que se cree autosuficiente, las carnes caídas, supuestamente independizadas de su Dios Creador, se han constituido en su mayor enemigo. La propia tontera humana es la gran dificultad a vencer, es el destructor de la existencia de cada uno, de él mismo.
Así es como se experimenta que nada hecho por el hombre funciona o anda _la república y todas las instituciones, la justicia organizada como una banda de facinerosos protectores y garantes de más y más forajidos que posan de dirigentes, etc. _y por más que se busquen y denuncien “culpables”, cada frustración personal es vivida por cada uno como un ataque; pero de estos ataques, sólo se sale poniendo más amor humano en la Comunidad.
La común-unión es la respuesta a todos los interrogantes…
Pero la carne caída es impotente, y no puede ver en la Verdad la solución a sus problemas. Es la hora de la prueba, es la Gran Tribulación, cuando todo es: ¡muerte y Resurrección!, para los habitantes de la tierra; y por la gran efusión del Espíritu Santo las plagas-Dones a todos nos alcanza, esto provoca la intensificación de la guerra interior en las personas, y en las exteriores, lo que trae el hambre y la muerte.
La verdad de cada uno y de todos se muestra, se ve, se verifica día a día más y más, por aquí o por allá, la mentira institucionalizada y las hipocresías cada vez menos pueden ocultar, deformar o retener prisionera a la Verdad; y claro, su revelación es horrorosa fomentando la desesperanza y el desaliento, por más que muchos miren para otro lado y hasta metan su cabeza en un agujero en la tierra para no ver, el Esplendor de la Verdad los ciega.
¡Todo está dicho! ¿Qué más decir a lo ya mostrado y escrito? Solo SER.
Pero hay un umbral entre vivir el Ser y no hacerlo. Lo ya dicho mil veces toma vida y cuerpo llenando el vacío en el corazón de cada uno o no; y acá esta el umbral, vivirlo o no, ser o no ser.
Porque algo nuevo está ocurriendo en la misma oscuridad en que estamos sumergidos, como es evidente si logramos la integración de la mirada de lo invisible ahora trasladada a lo visible. Toda vida de los hombres es una exaltación del ascenso, con sus caídas, para que todo sea culminante en una efusión que, sí o sí, todos viviremos. Una transfiguración del y en el espíritu nuevo en los odres nuevos que se verán como una meta a alcanzar.
¿Qué es lo que esperan los pueblos? El encuentro personal con Dios, Su hacedor: en cosas, en sus semejantes, en políticas, en todo… y en esta misma existencia, no solamente después de la muerte física o del cuerpo.
Por eso, el primer día del año un resto nos alegramos en encuentros de Amor, cobijados en el Manto de la Santa Madre Reina de todo lo Creado, en vísperas de Su Reivindicación, la de Ella; la última y la primera.
Fue-es la Fiesta de Santa María Madre de Dios para la Fe encarnada, y agasajamos a la Vida honrando a La Poderosa , descansando en Sus brazos, manteniéndonos inconmovibles para dar la bienvenida a una nueva era, la manifestación del Todo Bien, del Todo Amor que salva allí donde nada queda.
¡El Todo Dios en la potencia del corazón-la Fe o la nada impotente de la voluntad y la capacidad humana!
Es la unificación del ser, del nuevo Ser trinitario en cada uno de nosotros, la nueva humanidad maqueta de la nueva y única Tercera Creación; y esto es que la Imagen y Semejanza va retomando su verdadero lugar en los hombres; así nos parecemos más a Dios, a lo que Él quiere.
Ubiquemos, encontremos al Ser de cada uno y el de toda la humanidad en el Árbol de la Vida-María-las mujeres: la vida de los pueblos en un momento álgido de Fe y Amor buscado, deseado, esperado por todos.
De esta forma, es-será la conducción de sí mismos para abarcar a todos nuestros hermanos, sabiendo que contamos
con Su Corazón en María, la Madre de la Naturaleza caída, en la Redención que llega para todos, ilumina donde hay sombras y hace surgir el nuevo cielo y la nueva tierra.
Lo novedoso es que ya hay varones capaces de festejar que María fue y es su habitáculo, su ternura inextinguible, su Amor incontenible. Sepan que entre ustedes están los que contemplan la bravura de la más maravillosa creación: La Mujer. ¡Búsquenlos! Porque es cierto que la caída entró por envidia, pero la envidia al más maravilloso contenedor de Amor, aquella que mejor encarna en su naturalidad El Corazón del Padre.
¿Cómo no darle todo Su Amor a Su Hija, a Su Madre, Su Amor, Su Esposa? ¡Qué grandeza en cuanta fragilidad! ¡Cuánta bravura sosteniendo a Dios en los hombres! ¡La Patria es la Mujer!
Algunos de los últimos que son ahora los primeros, han vencido a su carne y sangre rebelde y tonta, aceptando a la Virgen María como Reina de todo lo Creado. ¡Gobernando al mundo!, en sus esposas y en todas las mujeres de carne y hueso. Esto es algo inalcanzable para el mismo Satán, y para todos los ángeles caídos y sus aliados, sus servidores y cadetes, están derrotados porque los Apóstoles de los últimos tiempos primero y los varones discípulos que los siguen, de esta forma, están fuera de su alcance, no los puede quebrar y matar. Pero a su vez, si el príncipe de este mundo y los demás demonios no lo intentan, están en peligro de desaparecer y a causa de estos varones-Cristo, se desmorona su roñoso principado, por lo tanto, no pueden evitar acercarse y pegarse a Nosotros en un combate fatal.
Pero tales varones ya no son frágiles porque deciden ponerse y están en manos de la Virgen María en las mujeres.
Ellos atraen a los demonios hacia Su Corazón Inmaculado que está en todas y cada una de las mujeres inevitablemente, y quedan expuestos “sin frazadas”, ¡a su propia conversión!
¡Miren La Piedad de Miguel Ángel! La Madre toma entre sus brazos, entre sus manos, el Cuerpo inerte de Su Hijo. Abraza y aprieta contra Su Pecho la miseria del hombre, pues el Hijo ha entregado Su Vida por la remisión de los pecados de todos; lo ha vencido junto con la muerte.
María es quien puede abrazar y amar el dolor de la miseria de los hombres. Es la Piedad Sus dos brazos bien abiertos, prestos a recibir al herido de pecado, al enfermo de miseria, al agotado, al sediento.
Los brazos de María es Sudamérica y ahora la América toda, y su Pecho es la Argentina, el Pecho contra el que apretuja la miseria y la convierte en Gracia, con Dolor y Alegría.
Admiren el abandono en la confianza ciega a la Providencia amorosa de Su Corazón. Ella esperó en el dolor la Resurrección del Hijo de Ambos; y así espera en todos los hijos amados, espera por todos. Ella entregó a Su Hijo, y esperó confiada en el Padre el cumplimiento de La Promesa.
El fin último y primero, el alfa y el omega, el sentido de la vida, es que todos vivamos en el Corazón del Padre, y esto es lo mismo que decir la Salvación de las Almas. ¿Qué es el Corazón del Padre? El amor humano realmente elevado a esferas más sublimes y profundas. Es encontrar cada uno, en lo más profundo de su corazón el Amor más puro, que es desear que el otro Lo encuentre a Dios en sí mismo. Todo, pero todo, es para tenernos a Sus hijos en Su seno; ¡y la Política de Comunidades es el medio para esto!
En la natural evolución según la Creación y Recreación constante, habrá una disposición mayor a la común-unidad y encontraremos más políticas de común-unidad para estos tiempos.
Amensé los unos a los otros, porque un cero no puede amar cuando no se ama a sí mismo. ¡Ámense, ámenlos!, así como yo los amo; todo lo demás vendrá por añadidura. No nos detenemos en nada que no sea la imposición de la común-unidad, porque el onceavo mandamiento se resume en la común-unidad, pero de una nueva forma a la antes vivida, ya que no sabemos mucho de la Resurrección.
Somos enviados como corderos en medio de lobos; como corderos de Redención con atención vigilante a los lobos que, reconociéndonos redentores del Corazón del Padre, atacan y atacarán sin dudar.
Pero… ¡Vamos, ya no como mansos corderos, sino como ardientes corderos con la fiereza del león!
Con el ardiente deseo de no quedarnos cortos en el Amor, para elevarlo más y más, y así poder expandir el Imperio del Amor concreto para todos. Ocupándonos de intentar llenar el vacío de nuestros corazones, el de ustedes-el prójimo-la humanidad, en un sólo acto, en este día contemplemos en la sonrisa y alegría inocente de los niños la Gloria del Mesías que Viene ¡Llenemos el corazón, los corazones!
Pedro Gabriel Jesús en el Corazón de María Liliana con Joaquín
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