Ciudad de la Gloria,
Mendoza – La Santa y Nueva Argentina – 25 de enero de 2013
¡Hay mucho que
perdonar!
Verdaderamente la de los trabajadores
argentinos es una historia llena de dignidades obtenidas como ningún otro
pueblo las tuvo. Triunfos, conquistas como ningún otro pueblo saboreo.
Esto no podía quedar así nomás para la
corona británica que veía como su perla más preciada, la argentina, se le
escapaba de las manos en un proceso de unidad popular que con la conducción de
Juan Domingo Perón y Eva Duarte, se consolidaba superando la división histórica
sembrada por ellos en este pueblo para dominarnos.
Entonces también la de los trabajadores
argentinos es una historia llena de conjuras y traiciones. La inteligencia
británica se ocupó de introducir en el movimiento de trabajadores ideas
extrañas al sentir del pueblo traídas desde el extranjero. Ideas cultoras de la
Guerra, de la
“lucha de clases” y las tremendas guerras que azotaron a los
pueblos de casi todo el mundo.
Es tiempo de poner las cosas en su
lugar y llamar a las cosas por su nombre, porque para perdonar hay que saber
que es lo que se perdona. La llamada
“izquierda” marxista; socialista y comunista siempre laburó para las
oligarquías, para dividir a los pueblos; estaban encabezando sindicatos
divididos en la década del 40, y fueron reemplazados por el movimiento
peronista con una concepción distinta, superadora de todo lo conocido hasta
entonces. Después de 1955, de la mano de los gobiernitos militares o
pro-militares, se infiltró en las filas de los trabajadores para dividir el
movimiento desde adentro, pero no la cabeza cómo ahora algunos pretenden.
Miles de jóvenes, de corazón sincero y
con ansias de lucha fueron usados por quienes orquestaban la división del
pueblo dividiendo a los trabajadores, que eran la columna vertebral del
movimiento nacional.
Entonces, las cosas por su nombre, la
“izquierda” al servicio de los británicos a través de la oligarquía argentina
colonizada, no fueron más que traidores a la patria, asesinos fomentando la
lucha armada, el derramamiento de sangre. Una de sus caras visibles era el
dirigente sindical Agustín Tosco, un agente
al servicio de los ingleses a quien José Ignacio Rucci se encargó de
desenmascarar en su momento pero parece que la “dirigencia sindical” se ha
olvidado de las palabras de José Ignacio, Simón.
Los trabajadores re-unidos con el
impulso de la unidad nacional, han sufrido el fruto podrido de su
división convirtiendo a las agrupaciones gremiales, solamente en sindicatos, factores de poder o presión en la
puja distributiva funcional a una economía injusta en su esencia. Gestando así un tipo de dirigente que vive de la
división y el enfrentamiento, con más o menos corrupción
Es decir, un gremio, reúne a los que
comparten un oficio, una actividad, un arte y unidos por el amor a su trabajo
se agrupan para el engrandecimiento de la patria. Incluye a todos los que
comparten un oficio y es un movimiento
espiritual antes que formal.
Los sindicatos, son la división partidista que desune y desgarra al
gremio movidos por
intereses mezquinos _el síntoma más grave de esta enfermedad o falta de firmeza
es que hoy están más divididos que nunca con cinco (5) “centrales”; donde
el individualismo de la contra-cultura impuesta por los británicos es el que
manda con el único objetivo de sacar más y más guita-ventajas a los patrones
con quienes inevitablemente quedan pegados integrándose a la monoclase. Así sólo sirven al dios dinero,
¡Mammón!
El miedo que tenía Evita de que el mal
espíritu oligárquico tomar a los trabajadores se concretó formándose una
burocracia sindical partidista en donde el dirigente entrega los derechos del
trabajador, y a cambio de mejoras-maquillaje por quedarse con vuelto de más,
así de sencillo es, basta de chamuyo. Los dirigentes grandotes se quedan con
una torta importante y los cadetes de más abajo con un plasma, un autito… esas
cosas.
La No-política hizo que dejaran de ocuparse primero de la patria
toda, y no cuestionen al sistema del anti-Cristo al avalarlo tolerando que le
llamen “democracia”, ¡justamente los trabajadores!
Por el contrario, se adaptaron al
colonialismo imperial, dejando de luchar por enseñar oficios porque no
anduvieron más los talleres formadores de hombres libres y de una industria
poderosa.
Dejo de ser esta la actividad de los
dirigentes para ayudar y permitir la precarización del trabajo, la
modernización de la destrucción de las chimeneas que fueran orgullo de los
argentinos, y se convirtieron en burócratas poseedores de
negocios disfrazados de servicios: prestadores a las obras sociales,
campings y hoteles de lujo, etc.
Ahora, para que haya un tramposo siempre tiene que haber alguien que se
deja hacer la trampa.
La gran masa de los trabajadores
argentinos se dejaron cagar por la
comodidad y el individualismo de no meterse en los asuntos públicos y cada uno
“hacer la suya” y como dice el lema francés del sistema del
Anticristo “dejar hacer, dejar pasar” Las falsas
democracias y las clases medias cómodas no han hecho más que dejar hacer,
dejar pasar para ahora asquearse de los frutos amargos que esto ocasionó: la injusticia institucionalizada.
Hay mucho que perdonar, mucho que
perdonarnos, los que hicieron, los que dejaron hacer, es una historia con
miserias y heridas comunes ¿Quién
puede tirar la primera piedra?
Perón profetizó que el 2000 nos
encontraría unidos o dominados. La única
salida frente a la división que vivimos entre hermanos, entre argentinos es el Amor-Perdón en un movimiento
hacia la Unidad Nacional como nunca antes se vivió. Solo mediante hechos en
una política de Unidad Nacional se vivirá el perdón, el arrepentimiento, se
acabaron las palabras, solamente
hechoosss.
Entonces la verdadera reparación de tantas cagadas es que los que han
afanado se dediquen a hacer crecer el
trabajo en serio formando Comunidades de Trabajo, Talleres Escuela, Escuelas
fábricas. Nada de persistir en ser jefe poderoso.
La reparación es servicio, tanto
para los que hicieron como para los que dejaron hacer, el pueblo no va a
poder seguir en la cómoda de dejar hacer y dejar pasar porque en esto se jugara la vida propia y la de los suyos.
Aceptemos la Misericordia Divino-humana, para recibir y
dar el Amor-Perdón, perdonarnos a nosotros mismos y perdonar a los demás.
Busquémosla en Inmaculado Corazón de María en las mujeres. Ellas son ahora la columna
vertebral del cuerpo del pueblo, son el sostén.
Vivimos tiempos de gran tribulación, de
angustias y rencores exacerbados pero
vivimos el tiempo en que la efusión de la Gracia traspasa y supera todas
estas mugres para el que así lo decida.
Porque ya viene Jesús con Su nuevo nombre: Joaquín, solo su llegada hará efectiva en la Misericordia política
que los pueblos necesitan. ¡Es preciso que luchemos ahora por Su Venida!
Seguiremos mostrando la verdad cruda
sobre lo que ocurrió en la historia del movimiento de los trabajadores en un
siguiente artículo, única manera de dar paso al perdón-arrepentimiento.
Simón Juan Zoia junto a Maru
Isabel – Agrupación La Madre.
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