Neuquén, Sede
de la Esperanza – La Santa y Nueva Argentina
Conmociona el país entero el secuestro, tortura y violación que sufriera una joven a manos de la periodista Estefanía Heit y su esposo en Coronel Suarez, victima de rituales satánicos que la pareja practicaba, cabecillas de una secta diabólica aparentemente invisible en su entorno, por increíble que parezca, como hemos visto en los testimonios de los intimos; compañeros de trabajo y familiares de la conductora del noticiero de dicha localidad argentina.
¡Que más tiene que pasar!
Exclama el corazon del pueblo indignado y dolido. Es la angustia, la impotencia
que vivimos frente a un hecho como este. Uno mas en la larga lista de
atrocidades que se incuban en el seno de la patria. Y como tantos otros puede
quedar en la nada, en la no-política de la falsa democracia y su obsoleto
sistema juridico.
Por ejemplo recientemente la
familia de dos de las tres jóvenes asesinadas en Cipolletti hace 15 años, agotó
sus fuerzas en tanta tibieza, en tanto vacío y respuesta estéril de la
burocracia judicial, realizando el pasado 11 de noviembre la última marcha en
memoria de las chicas, para luego emigrar a otra ciudad con más sombras que
certezas, y la herida todavía abierta.
Es que incluso si se esclarecen
los hechos, en todos y cada uno de los casos que nos han golpeado, castigando a
los culpables o responsables, aliviaría un poco esa angustia es verdad ¡pero ni
cerca de resolver el problema seriamente! ¡Y es por esta impotencia actual, que
Dios hoy nos invita a una nueva contemplación! En el pueblo esta la solución,
en su conciencia colectiva basada en el sentido común y el amor necesidad que
nos une.
El ser humano esta devastado
hoy, frágil y débil en su capacidad de discernir. Son miles los que están
abandonados en una soledad interior, que nada tiene que ver con estar rodeado
de gente, con sus creencias o su posición social, como esta claro en el hecho
de Coronel Suarez. Son muy pocos, y esto ya es demasiado; a los cuales ese
aislamiento llega a pervertir a tal punto, que pierden su identidad primordial.
La esencia de ser, saberse y sentirse en principio persona.
El ser humano es tal en tanto puede
verse y reconocerse en los demás, parte de un todo: una comunidad. ¡Muchos
sufren esta enajenación, separación o antipatía con el común de las gentes! Y
aclaramos ¡esta es una afección espiritual! Porque el hombre es un ser trinitario:
espíritu, alma y cuerpo.
El espíritu o Dios-si mismo
conduce el alma, que coartada en su capacidad de decidir, es incitada por un
mal espíritu a atentar contra sus hermanos. En cada caso las infinitas
variables o causas que mueven, motivan, o llevan a una persona a determinada
conducta son imposibles de abarcar desde la razón, las teorías y las
explicaciones de los especialistas de turno. La prueba es la evidente
incapacidad en los actuales servicios de rehabilitación social, y ni hablemos
del servicio penitenciario, al pretender corregir este tipo de conducta.
La perversión o enfermedad
primera es la separación que vive con respecto a la comunidad, al cuerpo del
pueblo argentino; no conocen el Amor, ese que se impone en casi toda la Patria.
No lo han vivido en cada caso particular.
El odio en la endemoniada
pareja no es otra cosa que ausencia de Amor, porque estos dos sádicos carentes
de humanidad _la semblanza del mal espíritu que los somete_ alguna vez fueron
niños con un alma pura, que nadie supo atender cuando se llenaba de odio,
rencor y cizaña. Es la crisis política de esta falsa republica incapaz de
ocuparse de todos los miembros de la comunidad argentina. Y esta falencia ha llegado al
absurdo en la democracia partidista del miedo y la inseguridad, porque sus
estructuras injustas se sostienen en la división, los partidos y las sectas
social y políticamente aceptadas. Llevan a muchos más por un camino errado, que
intrínsecamente atenta contra la unidad nacional y no quiere prever casos como
el de Coronel Suarez.
Hoy me atrevo a decirles que se
alegren, porque nuestra angustia desaparece y el dolor cobrara un nuevo sentido
si encausamos el repudio en una iniciativa común. Son muchos los corazones que
se movilizaron por todas las causas, y
son muchos los que hoy se alinean expresando el rechazo a lo sucedido en el sur
de la provincia de Buenos Aires.
Es el espíritu de unidad nacional
en la familia argentina que se impone igual ¡y no quedara sin frutos! ¡Somos
muchos los que estamos dispuestos a ejercer el gobierno desde el pueblo y para
el pueblo Argentino!
Estamos descubriendo el nuevo
entramado social, el despliegue de los corazones unidos. De este modo
reventamos el individualismo e inspirados en el más básico sentido común,
apreciamos que nadie se realiza en una comunidad que no se realiza.
Es el amor-necesidad que surge
entre los miembros de la familia, el motor o impulso de la gran mayoría de los
argentinos. Este es indispensable trasladarlo al ámbito comunitario ahora, primero
entre los vecinos del barrio. Recuperando las relaciones se devela el nuevo
entramado social formando verdaderas comunidades barriales, que no están sujetas
a los intereses partidarios y sectarios de las actuales comisiones vecinales.
Sobre la base de Amar más en la unidad, el Perdón es el arma clave; este nos
permite ponernos por encima de nuestras miserias y diferencias, por encima de
cualquier ideologia o creencia religiosa para encarar seriamente el despliegue
de una Nueva Política que nos abarque a todos justamente en la diversidad, que
es la que en verdad da sentido a la comunidad.
Necesitamos que cada uno pueda
dar aquello que llena su corazon y lo hace feliz, su oficio, su vocacion, su
laburo, su profesión, aquella tarea que lo haga sentirse pleno pero porque es
util, necesario para los demas. Vislumbramos la creación y fundacion de
Escuelas de la Vida, un nuevo espacio comun en el corazòn de cada barrio y
ciudad, cuya maxima sea la de resolver los problemas de la comunidad argentina
desde su núcleo, la Familia.
En principio es un punto de
encuentro, de agite social para poder entablar relaciones entre todos,
traspasando las paredes y rejas de la casa, así sabemos quienes somos, porque no
puede amarse lo que no se conoce. Solo viendo quien es cada uno, que necesita o
que puede dar; podemos cuidarnos entre nosotros para derrotar el miedo a los demás
con el que nos quieren intimidar.
Nuestro corazón nos lleva a
evitar en las generaciones siguientes la condición de anonimato o doble vida
que muchos padecen. Siempre conduciendo a los niños y jóvenes a una identidad común,
al espíritu argentino de solidaridad y compromiso, de entrega, para que ninguno
se pierda.
Desarrollaremos escuelas fábricas,
donde los miembros del barrio puedan aprender y enseñar todo tipo de oficios,
dando y recibiendo. Así potenciamos la capacidad impresionante, la inspiración
que tiene nuestra gente en sus distintas vocaciones; así generamos fuentes de
trabajo, indispensable para dignificar cada familia y hacerla sentirse parte de
la comunidad, uniendo lo espiritual a lo material en el marco de La Solución económica:
el nuevo sistema de producción e intercambio de bienes y servicios que esta a
salvo de la usura y competencia desleal del moribundo capitalismo.
La enseñanza es unir lo
familiar a lo comunitario, creando una asamblea de participación directa en las
decisiones de la comunidad, donde el que conduzca se haga el último, servidor
de todos los demás, asumiendo una mayor responsabilidad. Todo se renueva en la
Si política Nacional y Popular. Es todo lo bueno que surge del corazón de los
argentinos que puede limpiarnos la mirada desde adentro hacia fuera para que
todos recuperemos la Paz, la armonía en la contemplación y la acción del bien
común, que es el de cada uno.
Poner el corazón es la
responsabilidad en el ámbito comunitario y la posibilidad de corregirnos en el
camino compartido, para que no haya más vergüenza y miedo entre nosotros, y
pueda cada uno mostrar su corazón sintiéndose parte de algo más grande.
Andrés Martín
Efraiel en Andrea Keyla, Ministerio de Educación de la Santa Argentina
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Andrés Martin Oliva
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