La Santa y Nueva argentina – 2 de Mayo de 2012
“Vulgar” es una palabra con mala prensa. Derivada del latín, la palabra original era “vulgaris”, que quería decir “relativo a la gente común”. Lo vulgar, entonces, era lo que le pertenecía a los comunes, a la gente simple, al pueblo, en definitiva. En un comienzo, la palabra sólo hacía referencia a lo común y popular. Es por esto que la primer Biblia en latín se llamo “Vulgata”, porque, a diferencia del griego, era la lengua que hablaba el pueblo. Con el tiempo, una vez llegada la época burguesa, la palabra comenzó a tomar otros significados, más sutiles y cargados de significación política. La primera transformación que sufrió fue la adopción del significado “ordinario”. Lo vulgar era lo opuesto a lo “extraordinario”, a lo raro, lo sobresaliente. Luego, a partir de la adopción de las costumbres cortesanas por parte de los comerciantes, es decir cuando la burguesía “se refinó”, vulgar hizo referencia a aquello “sin gusto o fineza”. Es muy importante entender cómo la burguesía naciente comenzó a adoptar las costumbre cortesanas, porque esto se desarrolló por medio de una lógica económica. Aquellos pequeños comerciantes y artesanos, contrabandistas comunes y mercaderes de pueblo, al empezar a acumular capital, llegaron a convertirse en un verdadero desafío a la nobleza. Y este desafío tuvo un correlato cultural: la clase social que subía (los burgueses), le “copiaban” y se apropiaban de las costumbres y gustos de la clase social que entraba en decadencia (la nobleza). Fue entonces cuando dieron el último golpe: separarse del resto del pueblo, de los pobres, humildes y aquellos que ni siquiera del comercio podían vivir. El “vulgo”.
Todo lo que le recordaba a la burguesía su nacimiento, era “vulgar”.
¿A qué viene esta historia, y qué relación tiene con la economía como reflexión y pensamiento?
Durante el siglo XX se consumó la transformación de la economía en una “ciencia”, en una actividad autónoma, un campo de reflexión propio, con sus códigos y prácticas. Este conocimiento, al contrario de lo que podría parecer, no fue un conocimiento creado por los burgueses. Sino que, uno podría afirmar que fue una reflexión nacida entre las clases intelectuales (residuos de la época cortesana transformados en la nueva “clase media”) a partir de la observación de ese fenómeno imparable que fue el surgimiento del capitalismo. Para que se entienda mejor: los burgueses, la gran industria y el comercio internacional, ya existían cuando la economía apareció como una “ciencia” autónoma. Es como si la economía y los economistas fuesen a caballo persiguiendo el tren del desarrollo del capitalismo, escribiendo en un cuadernito lo que interpretan que va pasando dentro del tren.
Esto es importante señalarlo, porque veremos que la reflexión sobre la economía, no es (¡ni debe ser!) propiedad exclusiva de los economistas, es decir, de la clase media intelectual, generalmente “a caballo” y por fuera del tren de los procesos históricos. La economía se piensa, primero y principal, en la práctica. ¡Esto es muy importante! porque quiere decir simplemente que un empresario, un trabajador, una ama de casa y un almacenero “saben” de economía por su propia experiencia, por el lugar que ocupar para “ganarse el pan”.
Hay también otro tema importante: la mayoría de los economistas, es decir la mayoría de intelectuales que forma la universidad y las facultades de economía, van a negar que un almacenero o un laburante saben de economía. Dirán que saben sobre un “mercado”, o que saben “consumir”, o “producir”, en tanto -justamente- consumidores o productores. Pero jamás afirmarán que pueden pensar a la “Economía” en general. Esto quiere decir que jamás podrán pensar a las actividades económicas, al trabajo y a la producción, desde el punto de vista “general”, que en el caso de un ciudadano común, es el punto de vista del país y la tierra donde vive. ¿Pero por qué los economistas afirmarían tal cosa? Bueno, la respuesta es mas sencilla de lo que parece: si llegan a admitir que cualquiera, y esto es literal, cualquier persona, “estudiada” o no, puede pensar la economía desde el punto de vista “general”, ¡se les acaba el “curro”!
Pero el problema no termina ahí. No hay nada de malo en que algunas personas se especialicen en pensar los problemas económicos generales. El tema es quién y con qué cosa los forman; o mejor dicho, los “deforman”. Lo que se enseña abrumadoramente en las universidades argentinas en general y en las facultades de economía en particular es falso en el mejor de los casos o es el punto de vista exactamente contrario al interés del país. ¿Cómo puede ser posible?, se preguntarán. Bueno, es un tema largo, pero digamos que tiene que ver con que la “corporación profesional” de economistas, están mas interesados en mantener los privilegios que les dan “prestigio” (es decir, que los separan más del país, del pueblo, del “vulgo”) que en enseñar y pensar la economía que le conviene al país, que no es ni mas ni en menos que la economía “vulgar”, la economía que le pertenece al pueblo.
Por todo esto que hemos dicho, si uno es economista, intelectual o “profesor” (de café o de academia) y está comprometido (eso quiere decir en palabras simples que “quiere”) a su país, debe no sólo poner la reflexión sobre la economía a disposición del pueblo, sino que debe pensar desde el mismo pueblo los problemas económicos. Debe, en resumen, “vulgarizar la economía”.
José Hacha
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